domingo, 23 de diciembre de 2012

Sin crítica no hay libertad / Rafael Argullol *

Leí la información en la sala de espera de un aeropuerto mientras mi vuelo se retrasaba un par de horas: quiero decir que tuve tiempo de dar vueltas y vueltas a la noticia, que, por otra parte, no tenía nada de inesperado ni original. La nueva encuesta sobre la educación en el mundo situaba a los alumnos españoles prácticamente en la cola, tanto en ciencias y matemáticas como en comprensión de la lectura de textos. Esta encuesta no hacía sino confirmar las encuestas anteriores, de modo que podía apreciarse una catastrófica estabilidad —con progresivos empeoramientos, eso sí— en la valoración de nuestros estudiantes. Esta noticia ocupaba la página izquierda del periódico, mientras la derecha ofrecía datos sobre la próxima reforma educativa, la séptima, se afirmaba, de la democracia.
Esto último me resultó muy inquietante pues obligaba, a la fuerza, a formular una pregunta: ¿podía hablarse realmente de democracia tras seis reformas educativas fracasadas a lo largo de treinta años? ¿No sería que teníamos un régimen formalmente democrático pero no una sociedad de ciudadanos libres? Me cuesta creer que pueda existir una comunidad libre sin armas críticas que aseguren el mantenimiento de la libertad. Y las informaciones sobre el nivel educativo de los españoles, que no son recientes sino que se prodigan desde hace muchos años, abarcando a varias generaciones de estudiantes, nos indican que nuestra ciudadanía, poco menos que analfabeta, no posee instrumentos críticos y, por tanto, es incapaz de sostener una democracia.
El problema no es, por deficiente que sea, la “escuela”, como, con notable estulticia, se proclama cada vez que el Gobierno de turno quiere hacer una reforma educativa, sino, más bien, la montaña sumergida del iceberg cuya punta visible es el sistema educativo: es decir, la llamada “vida pública”, con los representantes políticos a la cabeza, y lo que podemos llamar “vida privada” de unos ciudadanos que, sin capacidad crítica, devienen meros súbditos. Si nos detuviéramos en lo que ocurre en la montaña sumergida comprenderíamos mucho mejor lo que nos alarma en la punta del iceberg, que denominamos “escuela”.
En la llamada “vida pública” aprendemos a forjar el analfabetismo educativo. Hay algo peor que la corrupción, y es la ignorancia autosatisfecha. Si es siniestro que los aprendices de ciudadanos —los jóvenes estudiantes— comprueben que las responsabilidades supuestamente ejemplares han recaído en individuos reprobables, aún es más destructiva la generalizada exhibición de incultura que se realiza en todos los ámbitos. Poca confianza puede generar, desde luego, que un presidente del Tribunal Supremo sea acusado de corrupción, que un exdirector del Fondo Monetario Internacional sea imputado o que un expresidente de la Confederación de Empresarios sea encarcelado, por citar solo los casos más recientes de una cadena interminable, pero, ¿qué decir del desprestigio de la cultura en los tres poderes que sostienen, o deberían sostener, la arquitectura democrática?
El lenguaje lo aclara todo, y lo denuncia todo. ¿No sería un milagro tener una “escuela” excelente teniendo los Gobiernos y Parlamentos que tenemos? Es decir: hablando como hablan. Cualquier indicio cultural está férreamente excluido del lenguaje de nuestros políticos, quienes con saña y entusiasmo se dedican a elogiar a los propios y a vituperar a los ajenos con metáforas toscamente futbolísticas, cuando no con giros verbales que denotan un viraje, pero hacia atrás, en el sentido de la evolución humana. ¿Y no sería igualmente taumatúrgico gozar de una “escuela” amante de la razón y de la argumentación cuando, en la escena del tercer poder, comprobamos la retórica literaria de nuestros jueces, por lo general un galimatías de tal envergadura que parece que Aristóteles y Descartes no hayan existido? Toda arbitrariedad es posible —aun no queriéndola— cuando uno no sabe lo que se dice, el único gran estilo que circula por nuestra “vida pública” y que hace cómplices a gobernantes, legisladores y magistrados.
Es, por así decirlo, el estilo tertuliano, basado en el grito, el sarcasmo y la impunidad. ¿No sería, por eso, igualmente mágico que tuviéramos una “escuela” intelectualmente rigurosa en un país literalmente cautivado por las tertulias radiofónicas y televisivas, las cuales, con pocas excepciones, son ollas de grillos en las que triunfa el más gritón, o el que se figura más gracioso, o el que aspira a mayor impunidad? Lo más llamativo de este predominio del estilo tertuliano sobre el estilo crítico es que el contagio, lejos de circunscribirse a la “vida pública”, ha alcanzado también, y de lleno, a la “vida privada” y, en consecuencia, el sectarismo, la parodia y la miseria cultural se han convertido en moneda de uso corriente.
Y aquí puede hurgarse en la herida más profunda: ¿no sería prodigioso poseer una “escuela” que iniciara a los jóvenes en el cultivo de la libertad de conciencia y en el respeto de la verdad cuando en los medios de comunicación y entretenimiento, o en la calle, o en el transporte, o en casa, las conversaciones están dirigidas al desprecio de lo libre y a la destrucción de lo íntimo? ¿Cuáles son los estímulos que el aprendiz de ciudadano recibe para inclinarse hacia el rigor en el esfuerzo, hacia la reflexión, hacia la libre elección de las cosas? Pocos, muy pocos, porque ese aprendiz, fuera de la muy deficiente “escuela”, está más rodeado de súbditos que de ciudadanos.
De ahí que no sea un detalle menor, sino todo lo contrario, que las principales penurias de nuestros estudiantes se concentren en las matemáticas y en la lectura. De ser examinados, igual les pasaría a nuestros políticos y a nuestros jueces, a nuestros periodistas y a nuestros padres de familia. No es un estigma, pero sí un compartido desdén por la raíz de la libertad. Y, a este respecto, tanto las matemáticas como la lectura son piedras de toque.
Un problema matemático, por ejemplo, no puede ser resuelto con ayudas gregarias, con gritos estentóreos, con apelaciones demagógicas. Requiere avanzar lentamente y tomar decisiones personales, con todas las consecuencias. Es un ejercicio poderoso y sutil que hace comprender la importancia de la libertad de elección al tiempo que contribuye a tender puentes entre la concreción y la abstracción. Es una educación para la libertad. Y otro tanto ocurre con la lectura, un viaje intelectual solitario que no puede ser sustituido por sucedáneos de ningún tipo, ni tecnológicos ni ideológicos. El lector, desde su intimidad, se enfrenta al texto en un juego individual e íntimo en el que se produce un intercambio dinámico. Al igual que el razonamiento matemático, el ahondamiento en la lectura exige en el lector la llegada a encrucijadas, la elección de caminos, el fecundo aplazamiento de respuestas, la inagotable formulación de preguntas. Es, asimismo, un ejercicio para la libertad.
El hecho de que la escuela aquí, mediocre en todos los aspectos, según datos que se repiten con alarmante periodicidad, sea especialmente deficiente en ciencias naturales, matemáticas y comprensión lectora de los textos denota unas carencias intelectuales que sobrepasan, con mucho, el marco escolar o universitario: son carencias que afectan gravemente a la cultura democrática y que no han sido paliadas en los últimos tres decenios. La falta de una arraigada tradición humanista e ilustrada, por causas históricas bien conocidas que el franquismo acentuó, no ha sido contrarrestada con eficacia en la vida pública española, de modo que se han sucedido reformas educativas que no solo no han contribuido a la mejora de la educación sino que no han servido para la consolidación de una ciudadanía libre. Y, sin esta, todo el edificio democrático es una casa vacía.
Ese es el riesgo de enterarte de una noticia de este tipo en una sala de espera, cuando el retraso de tu avión te deja mucho tiempo por delante. Le das vueltas y vueltas a la información, y no sabes si llorar o reír. ¿Una séptima reforma educativa? Lo que está en peligro es la democracia en manos de los ignorantes. Cuando no queden ciudadanos, solo habrá súbditos.
(*) Escritor.

martes, 11 de diciembre de 2012

Los alumnos españoles de nueve años no llegan a la media de la OCDE ni de la Unión Europea

MADRID.- Los alumnos españoles de 4º de Primaria se sitúan por debajo de la media de la OCDE y de la UE en Lectura, Matemáticas y Ciencias, según las pruebas PIRLS (Lectura) y TIMSS (Matemáticas y Ciencias) de 2011, realizadas por la International Association for the Evaluation of Educational Achievement (IEA), en 48 y 63 países, respectivamente.

   Se trata de pruebas similares a PISA de la OCDE, pero en este caso se evalúa a alumnos de 9 años y en PISA a los de 15. En Lectura, España obtiene 513 puntos, por encima de la referencia de los 48 países que se sitúa en los 500 puntos, pero por debajo de los 25 países que pertenecen a la OCDE (538 puntos) y los de la UE (534).
   Las puntuaciones más altas son las obtenidas por Hong-Kong (571), la Federación Rusa (568) y Finlandia (568). Los resultados de PIRLS-Lectura señalan que el porcentaje de alumnos excelentes de España (4%) es inferior al de la OCDE (10%) y que la proporción de alumnos rezagados (6%) es superior a la de la OCDE (3%).
   En Matemáticas, España ha obtenido 482 puntos y, por tanto, se sitúa por debajo del promedio de los 63 países de 500 puntos, e inferior también de la media de la OCDE (522) y de la UE (519). Los resultados más elevados los han logrado Hong Kong-China (602), Irlanda del Norte (562) o la comunidad flamenca de Bélgica (549). La proporción de alumnos rezagados en España en matemáticas es del 13% frente al 7% de la OCDE. La proporción de alumnos excelentes en nuestro país es del 1% por el 5% de la OCDE.
   En Ciencias, España obtiene 505 puntos, por encima de la media internacional de 500 puntos, pero por debajo de la OCDE (523) y la UE (521). Los países con mayor rendimiento en Ciencias son Finlandia (570) o la Federación Rusa (552) y los países anglosajones obtienen puntuaciones por encima de la media como, por ejemplo, Estados Unidos (544) o Inglaterra (529).
   España tiene un 8% de alumnos rezagados en Ciencias frente al 6% de la OCDE. La proporción de estudiantes excelentes en nuestro país es del 4%, mientras que en la OCDE es del 7%. Ciencias es la materia en la que menos alejada está España tanto de alumnos rezagados y excelentes con respecto a la OCDE.
   En España han sido evaluados, en marzo y abril de 2011, un total de 8.580 alumnos de 312 centros en PIRLS, mientras que la muestra internacional ha alcanzado a casi 255.000 estudiantes. En TIMSS han participado 4.183 alumnos españoles de 151 centros y un total de más de 261.000 estudiantes en todo el mundo.
   La muestra de PIRLS en España es más extensa porque Andalucía y Canarias han ampliado muestra en Lectura. La primera, con 515 puntos, supera a la media española en 10 puntos y la segunda, con 505, se sitúa ocho puntos por debajo.
   El informe internacional indica que existen varios aspectos que determinan el rendimiento y, en el caso de España, existen dos que se sitúan muy por debajo de la media internacional: el énfasis en el éxito académico o las buenas notas y el interés en las clases.
   Según los profesores, España tiene un 19% de alumnos que no muestran interés en clase, una cifra que casi duplica a la media internacional, que se sitúa en el 10%. Los centros españoles en los que hay mayor proporción de alumnos desmotivados alcanzan una puntuación de 487 puntos en la prueba de Lectura, que contrasta con los 519 del resto.
   Asimismo, existe un 3% de alumnos españoles que estudia en centros en los que según los directores hay un 'muy elevado énfasis' en el éxito académico y logran 556 puntos en PIRLS-Lectura frente a los 520 del 58% de alumnos de centros con 'elevado énfasis' en el éxito académico y los 501 del 39% con 'énfasis medio'. En la media de los países participantes en PIRLS-Lectura hay un 9% de alumnos en centros con muy elevado énfasis en el éxito académico frente al 3% de España, y un 32% de énfasis medios frente por el 39% de España.
   El informe destaca que España es el país donde menos influye el nivel socio-económico familiar en el rendimiento de los alumnos. Así, pone como ejemplo que los hijos de padres con estudios universitarios obtienen 55 puntos más que los que sus padres sólo tienen estudios obligatorios, una diferencia que en la media de los países de la OCDE alcanza los 80 puntos.
   Sobre este aspecto, el profesor José-García Montalvo de la Universidad Pompeu Fabra, que ha realizado uno de los seis informes de expertos sobre los resultados de España en estas pruebas, señala que la "sobrecualificación" que existe en nuestro país puede estar detrás del menor efecto que tienen la educación de los padres en los resultados académicos de los alumnos.
   España es uno de los países donde menos diferencias existen entre colegios, si se compara con las que se registran entre los estudiantes del mismo centro, donde hay excelentes y rezagados, algo que no ocurre en la media de los países de la OCDE.
  Sin embargo, el documento precisa que los centros privados y concertados obtienen resultados superiores a los públicos, no porque sean mejores, sino porque sus estudiantes proceden de entornos socio-económicos más favorecidos.

martes, 4 de diciembre de 2012

El Instituto Cervantes creará una red iberoamericana para la formación de profesores

MADRID.- El Instituto Cervantes aprovechará el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, que se celebrará en Panamá en noviembre de 2013, para ultimar la creación de una red iberoamericana de centros de formación de profesores de español como lengua extranjera.

La creación de esa red es algo "apremiante, urgente", ha asegurado hoy el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, durante la presentación de "El libro del español correcto", editado por Espasa.
Desde que asumió la dirección del Cervantes, en enero de 2012, García de la Concha ha insistido en la necesidad de reforzar la vocación iberoamericana de este organismo y de contar con las instituciones y universidades latinoamericanas para promocionar la lengua española por el mundo.
El director del Cervantes acaba de venir de México y ha hablado "con diferentes autoridades" sobre la creación de esa red iberoamericana de centros de formación de profesores de español.
Espera que para noviembre de 2013 pueda "estar configurada esa red, algo que es apremiante, urgente, por la enorme necesidad que hay de tener profesores preparados".
La formación de esos profesores deberá tener en cuenta las especificidades de cada zona del mundo. "No es lo mismo enseñarle español a un chino que a un alemán o a un maya que llega a Estados Unidos", dijo.
García de la Concha se entrevistó también hoy con el director de la localidad madrileña de Alcalá de Henares, Javier Bello, a quien señaló que será la sede del Cervantes en esa ciudad la que albergue la Red Iberoamericana de Centros de Profesores de Español.
Al término de la reunión Bello ha celebrado la elección de Alcalá como sede del proyecto por su experiencia como puente de unión con Iberoamérica y en la formación de profesorado en la enseñanza del español, según un comunicado.
El próximo Congreso Internacional de la Lengua Española estará organizado, como todos estos grandes encuentros culturales, por las Academias de la Lengua Española y el Instituto Cervantes.
Tratará sobre "El libro en español" y contemplará tanto lo que es la historia del libro como los libros educativos, entre otros muchos temas, señaló García de la Concha.
El anterior congreso de la lengua española tenía que haberse celebrado en Valparaíso (Chile), en marzo de 2010, pero tuvo que ser suspendido por el fuerte terremoto que sacudió al país unos días antes. De todos modos, las ponencias se colgaron en internet y así no se perdió el tremendo esfuerzo que hay detrás de cada congreso.
La primera edición de esos congresos se celebró en la ciudad mexicana de Zacatecas en 1997. Luego vendrían los de Valladolid (España), en 2001; Rosario (Argentina), en 2004, y Cartagena de Indias (Colombia), en 2007.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La mala formación lastra el avance de la economía brasileña

SAO PAULO.- La Universidad Petrobras en el centro de Río de Janeiro es una contundente respuesta de nueve pisos de altura al déficit de capital humano que asfixia a la economía brasileña. En el moderno edificio de vidrios oscuros que ocupa una manzana entera, la mayor empresa de Brasil invierte 100 millones de dólares anuales en formar a los profesionales que el sistema de educación no le ofrece.

Sin los ingenieros de petróleo, geofísicos y ejecutivos entrenados allí por Petrobras, Brasil difícilmente conseguirá explotar sus bestiales reservas mar adentro para transformarse en la próxima década en un gran exportador de crudo.
"La formación que el mercado nos entrega hoy no está cualificada para lo que necesitamos", explica el gerente de la Universidad Petrobras, Juliano Mesquita, en una entrevista.
"Los cursos son diseñados para cubrir las lagunas de conocimiento e innovación que la compañía detecta como críticas para su desarrollo", añadió.
¿El problema de fondo? La educación en Brasil no consigue seguir el ritmo de la economía y acaba conspirando contra sus ambiciones de potencia emergente.
Aunque el país aprovechó el crecimiento económico de la última década para sacar de la pobreza a más de 20 millones de personas, los niveles de abandono escolar son elevados y la calidad de la formación discutible.
La mala educación es uno de los componentes menos visibles del "costo Brasil", una mezcla de impuestos, burocracia y falta de infraestructura que encarece la producción y entorpece los esfuerzos del Gobierno por reanimar una economía que crecería apenas un 1,5 por ciento en el 2012, menos de la mitad del promedio de la última década.
El desafío de empresas como Petrobras es titánico. La petrolera estatal necesita personal altamente cualificado para extraer crudo y gas natural bajo una gruesa capa de roca y sal en el fondo del mar a unos 7 kilómetros de profundidad, una apuesta de 70.000 millones de dólares.
Pero la falta de personal capacitado es un problema prácticamente transversal en Brasil, donde según un estudio de ManpowerGroup un 71 por ciento de los empresarios tiene dificultades para encontrar el perfil de trabajador que necesitan. El promedio global es del 35 por ciento.
La minera Vale, cuyo mineral de hierro representa un 10 por ciento de las exportaciones brasileñas, debe formar a sus propios ingenieros en puertos y ferrovías, dos disciplinas cruciales que no existen en las facultades de Brasil.
"Algunos años atrás, garantizar que tuviéramos suficientes ingenieros era un desafío. Hoy nosotros suplimos esa brecha", explica Tatiana Matos, gerente de educación de Vale, con un presupuesto de unos 70 millones de dólares anuales.
"Sin educación no tendríamos como sustentar nuestro negocio", añadió. "Si esa estrategia no hubiese sido definida e implementada no podríamos tener los resultados que tenemos".
Brasil parece tropezar a cada paso con sus limitaciones. Un programa de 66.000 millones de dólares para construir puentes, carreteras y puertos que la economía necesita desesperadamente podría, por ejemplo, disparar los salarios del reducido mercado de ingenieros y también los costos de las obras.
Para pasar de una vez la página, la presidenta Dilma Rousseff propuso esta semana invertir en educación las regalías de la explotación petrolera.
"Sin educación no vamos a llegar lejos", explicó al diario Valor Económico.
Por otro lado, el boom económico de los últimos 15 años permitió universalizar la enseñanza básica y casi erradicar el analfabetismo en Brasil, uno de los países del mundo que más aumentó su gasto en educación en la última década.
Pero el retraso es tan grande que aún así ocupó el puesto 54 entre las 65 naciones que participaron en 2009 en un examen de lectura de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) para medir la calidad educativa.
Un examen de matemáticas mostró, a su vez, que la mayoría de los estudiantes brasileños de 15 años tenía dificultades para resolver problemas como calcular el área de un rectángulo.
Las autoridades reconocen que hay 3,8 millones de sillas vacías en las escuelas brasileñas.
"Es mucha gente, pero la reducción ha sido fantástica: en 1997 teníamos 8,7 millones de jóvenes sin escolarizar", dijo Luiz Claudio Costa, el presidente del estatal Instituto Nacional de Pesquisas Educacionais en Brasilia.
"Vemos a Brasil claramente en la senda correcta, avanzando a una velocidad importante y acelerando cada vez más. Pero sabemos que la educación no es una prueba de 100 metros, sino un maratón", dijo en una entrevista.
Su visión es compartida por expertos como Bárbara Bruns, principal economista de la educación del Banco Mundial para América Latina, dice que los avances de Brasil en cobertura y calidad de la enseñanza son "extraordinarios". Pero falta mucho.
"Los resultados de Brasil en las pruebas del PISA son todavía bajos. Ese es el lado triste de la historia", dijo a Reuters, antes de afirmar que el país necesita mejorar los salarios y el nivel de los docentes.
La calidad de la educación refleja las profundas desigualdades de una nación de 200 millones de habitantes donde una calle puede separar un barrio con indicadores sociales de Europa de otro con números del Africa subsahariana.
"No vamos a recuperar 500 años de atraso en una década y media", dice Paulo Roberto Corbucci, un investigador del centro de estudios gubernamental Ipea.